Jubilación, Adultos Mayores como sujetos de derechos. Rol del Gerontólogo.

Publicado en por Gustavo Juan Perez

Jubilación, Adultos Mayores como sujetos de derechos. Rol del Gerontólogo.

El trabajo todos sabemos es un importante y vital organizador de la vida cotidiana de las personas. Por este motivo, la jubilación y el retiro laboral, no es un evento mas sino por el contrario, constituye un cambio trascendental que requiere de un importante trabajo por parte de aquel que se jubila y, dónde el contexto social, familiar, cultural, juega un papel clave, con tremendas influencias.

Si una persona ha armado su vida en relación a su rol laboral, la jubilación seguramente será un momento de ruptura muy significativa, no sólo para el futuro jubilado sino también para todos aquellos que lo rodean (familia, amigos, etc.). Es decir, la jubilación se presentará con la necesidad de efectuar un duelo personal, pero también social, de aquellos que lo han acompañado hasta este momento de su vida.

En general, desde lo emocional, un futuro jubilado vive momentos de intensa incertidumbre por su futuro. Muchas veces, la familia o la sociedad no acompañan, declarando la “muerte civil” de ese ser humano, pasando a la categoría, por cierto inferior desde una cultura del viejismo, de adulto mayor, viejo, anciano, otros.

Es mucho mas fuerte este sentimiento de desamparo e incertidumbre, de cierto vacío existencial, en aquellas personas dónde el trabajo les asignaba un rol, una identidad. Entonces sobreviene el desencanto con la vida, la falta de sentido, baja en la autoestima, el aislamiento.

Muchas veces incluso, ciertas sociedades esperan que esa persona asuma este rol y se lo adjudica coercitivamente, por el sólo hecho de haberse jubilado. Claro, en un sistema capitalista neoliberal, dejar de producir es dejar de “ser en el mundo”, para “ ser una carga” de todos.

En aquellas personas dónde el trabajo ocupa un lugar más, y no el más significativo que otros, el momento de la jubilación seguramente es menos traumático porque ya la persona sabe cómo prepararse mejor, diversificar sus actividades, ocupar creativamente su tiempo. En este sentido, creo que es muy importante como futuros gerontólogos que podamos trabajar en la prevención con la mediana edad, para ayudarlos a prepararse para el momento de la jubilación y la posterior etapa de vejez.

También es tarea del gerontólogo trabajar para derribar mitos y falsas creencias sobre la vejez, construyendo junto a otros una nueva cultura del envejecimiento, dónde el adulto mayor esté integrado a su sociedad, su comunidad, su barrio y pueda identificarse en el imaginario social una representación de la vejez como una etapa de disfrute y de calidad de vida.

El rol del jubilado no ha de ser un rol pasivo. Por el contrario, el jubilado debe atravesar la instancia de jubilación, aceptarse como jubilado, recreando y fortificando sus vínculos con la sociedad. Estar abierto a los cambios que la misma le propone, renovando y repensando metas y el sentido de su vida.

El jubilado puede ahora si lo sabe aprovechar, realizar muchas actividades postergadas en su vida por falta de tiempo u otras razones. Por ejemplo: ir al cine, teatro, reuniones, conferencias, pintar cuadros, etc., etc., etc. El cambio debe empezar por uno mismo. Aprender a vivir la jubilación no como una pérdida, sino como una oportunidad de lograr cosas que antes por distintas razones le estaban vedadas o excluidas. Sentir que como jubilado también se puede ser, se puede tener y seguir agregando valor a su vida. Si pensamos que un jubilado hoy y cada vez mas, dispone de 20, 30 o 40 años mas de vida, se abre un mundo de posibilidades que en el peor de los casos resultarán inéditas para la persona que “no sabía que otra forma de vivir la vida era posible”.

La sabiduría no es privativa ni exclusiva de la vejez. Y es verdad que la vejez no es garantía de sabiduría, pero hablamos de una sabiduría práctica y pragmática de las cosas cotidianas, para la cual la experiencia, la madurez, transitar distintos procesos en la vida, son elementos que la constituyen.

Cualquier labor profesional, especialmente aquella orientada a lo social, debe tener como uno de sus objetivos, emponderar a la gente.

Insisto con el tema que los adultos mayores no pueden quedarse en la mera declamación de que son sujetos de derechos. Emponderarlos para que ejerciten los mismos y luchen por mas derechos, es una de las funciones que a mi entender debe cumplir todo gerontólogo.

Si la gerontología es un saber sobre los procesos de envejecimiento y la vejez, también es un saber hacer vínculos con el otro para una transmisión correcta y un dar a conocer ese conocimiento, que tampoco se limita a los adultos mayores sino a toda la población.

Creo en una gerontología preventiva, en una gerontología educativa, una gerontología que contribuya al autoconocimiento y autocuidado de las personas, para devenir luego en una aceptación y adaptación a su situación vital por parte de los adultos mayores, trabajar en todas las facetas de la vida: biológica, psicoafectiva, sociocultural, contribuir a dinamizar a las personas en todas sus áreas, para luchar contra el flagelo del aislamiento, trabajar en grupos para la mejora de la imagen, autoestima y confianza de las mismas.

Finalmente, como gerontólogos debemos contribuir a la democratización de la sociedad, trabajando para la inclusión y la integración de todos, luchar contra la discriminación de todo tipo, incluso por la edad, y universalizar en la práctica el derecho de todo ciudadano de poder acceder y disfrutar de todos los recursos sociales, sanitarios, sociosanitarios, culturales, educativos, salud, empleo, etc., de que la sociedad dispone.

Abrazos. Gustavo.

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